lunes, 9 de marzo de 2015

DEMOS Arena Deathmatch - 07/03/2015 // Fin 2ª Ronda en "Drobbit"

     ¡Buenas noches!

     Comenzamos una nueva semana llena de contenido de Arena Deathmatch pero, ¿qué tal si repasamos qué ha sucedido durante esta pasada semana? Ha habido batallas entre Orcos, Humanos, Elfos Oscuros, Enanos... vamos, un poquito de todo, y esta semana seguro que hay más.



     Por aquí, en Burgos, ha habido un grupo de Cirleanos que han plantado cara a unos temibles Orcos, pero ya veréis más al detalle qué sucedió, pues es un informe que tenemos reservado para otra ocasión.

     A las demostraciones en Avalon Burgos, como podéis observar, fueron cinco participantes, heraldo incluido, y hubo un par de batallas emocionantes. Por un lado, unos Elfos Oscuros intentaron parar los pies a unos Cirleanos, pero la actuación de un Mercenario Bárbaro y un Redentor de Rayviel les pararon los pies, pues una carga exitosa dejó a la Princesa Elfa Oscura por los suelos, y algo descolocada a la Gran Hechicera de las Sombras, ¡cómo no! con las que acabaron de un brutal hachazo, y un disparo mortal. Una batalla breve, pero intensa, ¡llena de sangre élfica!

     A continuación se llevó a cabo una batalla entre Orcos y Enanos. Fue bastante graciosa, pues tras salir los Enanos a la Arena, un Cancerbero saltó con ellos, y por poco entrabla combate contra el Señor del Trueno. Mientras tanto, los pieles verdes corrieron como locos hacia los Enanos, con tal de trabarse.



     Los dos Señores Enanos se trabaron con la bestia tricéfala y acabaron con ella sin problemas. Mientras tanto, un Bersérker Orco embistió contra ambos, cayendo al suelo. El Chamán Orco esprintó y lanzó una bola de fuego que derribó al Maestro de Runas. Sólo un Enano seguía en pie (aunque todos vivos), pero la batalla se dio por finalizada, quedando en un empate, aunque con victoria moral para los Orcos...

     Por otro lado, en Drobbit se realizaron las últimas batallas de la segunda ronda. Por aquí dejo un relato, escrito por Albert Yagües Sagales, en el que cuenta como una banda de la Aberrancia se enfrenta contra los temibles hombres de Cirlea, ¡disfrutadla!

     El público recibió con un sonoro abucheo la salida de los guerreros de Cirlea. Becerrakhus, aún en las sombras de la antesala a la arena, sonrió y aferró con fuerza sus armas, gestionando el subidón de adrenalina que empezaba a invadir su cuerpo. Sobre él, las graderías eran puestas a prueba por cientos de sobreexcitados fans que saltaban, gritaban e insultaban. A su lado, su nuevo compañero resoplaba con fuerza, agarrando su gigantesca hacha con ambas manos como si del gaznate de sus rivales se tratara. Aghromax era su nombre, un minotauro de aspecto imponente, esperaba que le fuera mejor que al último, un caudillo saqueador de cuyo nombre ya se había olvidado y cuyo mayor logro en el anterior combate había sido ser apalizado por un señor de la guerra rival. Bah, un debilucho.

     El hombre bestia escupió al suelo justo en el momento en que la reja se abrió. Con parsimonia, Becerrakhus accedió a la arena alzando los brazos y dejándose inundar por el clamor del público. Un rugido bestial surgió de sus poderosos pulmones, dejándose oír incluso por encima del ruido ambiental. Aghromax alzó su arma y pateó con fuerza con sus inmensas pezuñas. El combate estaba a punto para el derramamiento de sangre.

     Al otro lado, un guerrero poco acorazado pero armado con un imponente escudo parecía proteger a uno de esos sacerdotes santurrones. Podían parecer blandengues, pero su magia era poderosa y no debían menospreciar al humano. Con la estrategia clara en su cabeza, el hombre bestia se volvió hacia el minotauro.

     - "Aghromax, no te confíes. Juntos a por ellos y no podrán aguantarnos."

     ¿Quién era el que había puesto a la cabra al mando? Bah, a Aghromax le daba igual, ningún humanejo sería capaz de aguantar sus embestidas pero por ahora podía seguirle el juego. Los dos guerreros se pusieron en movimiento hacia sus adversarios, gritando y azuzando al público para encenderlos y provocar su excitación. Solo los estúpidos pensaban que en la arena todo se reducía a aplastar a tus enemigos, los luchadores de verdad sabían que la clave estaba en la audiencia. Aplastar a tus enemigos, pero ofreciendo un buen espectáculo. Y todo espectáculo necesitaba una previa.

     Delante de ellos, los guerreros cirleanos trataban de animar a su público de igual forma, pero claramente no podían competir con ellos y menos aún jugando en su casa. En una de estas, el público arrancó en vítores y empezó a corear el nombre del minotauro con fuerza. Becerrakhus hizo una estimación de distancia y vio que estaban demasiado separados para hacer un ataque efectivo y se volvió hacia su compañero para tratar de templar su ímpetu. Por desgracia, su intento llegó muy tarde porque Aghromax estaba pateando el suelo con fuerza y con un ensordecedor rugido se lanzo contra el guerrero del escudo. Henchido por el público, estaba convencido de su capacidad para aplastar al guerrero cobarde que se escondía tras su escudo.

     Su embestida fue brutal, pero el murmillo fue capaz de evitar salir disparado y se mantuvo en posición. Aghromax no se dejó desanimar y prosiguió con su ataque, agarrando al hombrecillo y aplastándolo contra el suelo. El público estalló en vítores ante la brutalidad del golpe. Pero el minotauro no se detuvo ahí. Con su poderosa pezuña, impidió que el guerrero se levantara y acto seguido saltó con fuerza en el aire y se dejó caer con todo su peso sobre el desafortunado murmillo. El público volvió a responder a aquello con aún más excitación. Aghromax estaba inundado de adrenalina, seguro de que bajo sus patas no habría más que los restos sanguinolentos del pobre desgraciado. Se volvió hacia el sacerdote y lo vio canturreando, impasible a pocos pasos de él, sudando por el esfuerzo. Bah, ese sería el próximo.


     Entonces fue cuando notó la punzada de dolor en el costado. <<¿Pero qué? ¡¿El maldito humanejo seguía vivo?!>> - pensó, y no solo eso, si no que no se veía ni una herida en su cuerpo. ¿Pero cómo era eso posible tras el ensañamiento al que se había visto sometido? Pues claro, los canturreos del monje. Aghromax había sido descuidado y ahora estaba en clara desventaja. Becerrakhus maldijo y se acercó tan rápido como pudo y trató de impedir que el sacerdote siguiera ayudando a su compañero arrojándole arena a la cara. Si dejaba que lo tumbaran lo tendría muy mal contra los dos a la vez.

     El murmillo, infundido de nuevas fuerzas, se levantó finalmente del suelo y contraatacó con fuerza. El minotauro trató de defenderse, pero había perdido ímpetu y sus heridas lo lastraron. Sufrió graves daños y tuvo que echar mano de todas sus fuerzas para no caer al suelo. Becerrakhus maldijo entre dientes, pero en ese momento el público estalló contra el murmillo. Por lo visto, la masa no entendía lo que había pasado pero sí recordaban la lucida actuación de Aghromax. Aquella reacción debió de intimidar al cirleano, que contra todo pronóstico y cuando parecía estar en disposición de decantar el combate a su favor, decidió huir de la arena. El público se mofó con sorna y Becerrakhus vio su oportunidad. Ahora el santurrón estaba en una desventaja casi insalvable.

     Finalmente, los dos guerreros bestiales acabaron con el cirleano restante. Aghromax fue quien dio el golpe de gracia, dejando caer su pesada hacha sobre el sobrepasado sacerdote. A pesar de sus heridas, el minotauro finalmente alzó el puño triunfante. Bah, que se quedara el honor de la última sangre. Esperaba que al menos aprendiera la lección, como volviera a ir por su cuenta y se arriesgara a dejarlo a él con el culo al aire le cortaría las pelotas con su hacha y se los daría de comer a las cabras... A las cabras, jaja. En fin, victoria para la Aberrancia.

     Y bueno, esto es todo por hoy. Esperamos que os haya gustado la entrada.

     ¡Un saludo, y nos vemos en la arena!

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